No son una banda que vincule crítica popular y mediática dentro de un marco de sensaciones unánimes.

Son atípicos, originales, vivarachos, y muy traviesos.

Pero son nuestros número 1 particulares del año; su escasamente ortodoxo concepto de la composición los lleva a presidir un género exclusivo dentro de la escena actual , lo que está originando una carrera tan peculiar como demandada y reclamada nos atrevemos a pronosticar será en un futuro no muy lejano.

Inclasificables, inimitables e inconfundibles, Vampire Weekend pueden presumir abiertamente de haber creado una categoría extra, un cúmulo de variedades rítmicas de corte afro-tribal apoyados en en un guiño inconduble al rock más primitivo de los 50, el de Jerry Lee Lewis, el de Johny Cash o el mismísimo Elvis Presley, y que sin embargo ahonda en una personalidad global propia, y en una indentidad absolutamente matemática.

Con 'Modern Vampires Of The Weekend' (2013) y sus dos primeros álbumes [ 'Vampire Weekend', (2008) y 'Contra' (2010)], completan una trilogía pluscuamperfecta, una lectura 'audio-global' que empareja dos siglos de música en una obra explícitamente conceptual y que los convierten en unos dignísimos representantes de la evolución del pop-rock más vanguardista de nuestro siglo XXI.

Hoy son los señores del verso y la epifanía, capaces de casar talento y parranda en un matrimonio exótico y bienaventurado.

En definitiva, Vampire Weekend son la victoria de la travesura sobre uno de los trasfondos más meticulosos e inteligentes de nuestra generación.

Y por eso y algo más, son ''nuestros número 1 particulares del año''..